Aunque Roma impuso sus armas y su política a un extenso imperio, no pudo imponer ni su religión ni su filosofía, inferiores ambas a las de muchos de los pueblos conquistados.
En el siglo I de la era cristiana observamos un virage en la manera de entender la filosofía: el sentido que toma es religioso porque el problema religioso es el que predomina en este tiempo.
- En primer lugar la presión ejercida por Roma sobre los pueblos vencidos hizo que se despertara en ellos el interés y el sentido de otra vida en la que no existieran las calamidades y vejaciones de la presente.
- El epicureísmo y estoicismo que habían sido el refugio íntimo del hombre que buscaba paz y la tranquilidad durante los acontecimientos convulsionados de las monarquías helénicas, habían perdido fuerza y no satisfacían las aspiraciones profundas del hombre de este tiempo, maltratado y vejado por unos conquistadores desalmados y opresores. El epicureísmo porque era ateo, y el estoicismo era visto como estéril porque todos los esfuerzos y sacrificios terminaban en la muerte.
¿En qué consistió el cambio?
- Tanto el ideal estoico como epicureista de buscar la felicidad siguió siendo válido, pero los medios para conquistarlo cambiaron; no se trataba de encontrarlo ya en esta vida, en la otra naturaleza, mediante la razón, sino en la otra vida y por la fe en una divinidad perfecta con la que es necesario mantener una relación.
- Los temas de la filosofía sobre el conocimiento del mundo, la realidad del hombre, la estructura del pensamiento, fueron tratados con un sentido religioso y místico, y enseñados como un camino para encontrar a esa divinidad y lograr la felicidad eterna, para demostrar que el hombre es inmortal, para explicar el destino eterno del hombre, el cual depende del premio o castigo en la otra vida.
- Las enseñanzas filosóficas y las escuelas fueron sustituidas por el culto religioso, y el sabio es sustituido por el santo.
La filosofía deja de ser especulativa para convertirse en vivencia religiosa. El escenario principal de este movimiento fue Alejandría, ciudad cosmopolita, a la que confluían egipcios, griegos, judíos, persas y demás pueblos orientales, todos con el mismo sentimiento de dominado y desterrados, lo que les hizo experimentar un gran vacío interior y un profundo sentimiento religioso.
Es apenas lógico entender que en esta situación los filósofos griegos que se tienen como base y fundamento son aquellos que se habían preocupado por la vida interior y ética como es el caso de Pitágoras y de Platón. Hay que señalar que entre las diversas concepciones religiosas que confluyeron en Alejandría estaba también la cristiana que, aunque era la más joven, presentaba también una propuesta de salvación a aquel hombre desconcertado y predicaba la fraternidad universal a una sociedad dividida y esclavizada.
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