Una pareja de jóvenes, con varios años de casados, no habían podido tener hijos. Para no sentirse tan solos, compraron un cachorro de pastor alemán y lo criaron como si fuera su propio hijo.
El cachorro creció hasta convertirse en un enorme y hermoso animal de esa raza. El perro salvó en más de una ocasión a la pareja de ser atacada por ladrones. Siempre fue muy apegado: quería y defendía a sus dueños contra cualquier peligro.
Sin embargo, después de siete años la pareja logró tener el hijo tan deseado.
Ellos estaban muy contentos con su nuevo hijo y desde luego disminuyeron las atenciones que tenían con el perro. Este, al parecer, comenzó a manifestar celos del niño y sus dueños veían que ya no era el perro cariñoso y fiel que tuvieron durante siete años.
Un día la pareja dejó al bebé adentro, durmiendo plácidamente en la cuna, y fueron a la terraza de su finca a preparar la cena. Cuál no sería su sorpresa cuando al rato ven al perro saliendo del cuarto del bebé con la boca ensangrentada, pero moviéndoles la cola.
Como es obvio, el dueño del perro adivinó lo peor; entonces, sin pensarlo dos veces, agarró un arma que tenía cerca y mató al perro. Entretanto, la madre angustiada corría hacia el cuarto del bebé donde sorpresivamente encontró una gran serpiente degollada al lado de la cuna.
¿Alguna vez dejaremos de juzgar o condenar anticipadamente a los demás?
¿Cuántas injusticias se cometen por fijarse tan solo en las apariencias?
¿Pensamos antes de agredir a otro?
Lopera, J. y Bernal, M. I. (2007). La culpa es de la vaca 2a parte. Bogotá: INTERMEDIO EDITORES, una división de CÍRCULO DE LECTORES S.A.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario