EUROPA EN EL SIGLO XIX
En todas las épocas, los hombres han tenido la tendencia a agruparse en colectividades llamas reinos, naciones, imperios, etc. El siglo XIX se caracteriza por ser el período en el que se consolidan los Estados nacionales en Europa. Los años que van desde 1830 hasta 1870 pueden considerarse como los años del nacionalismo. Pero la idea de un Estado nacional se desarrolló íntimamente con las ideas del liberalismo económico y político. La mayoría de los pueblos europeos lucharon por construir un Estado que dirigiera los destinos de la sociedad. Por eso, el surgimiento de los Estados nacionales europeos tuvo como consecuencia el desmembramiento de los grandes Imperios y, al mismo tiempo, la integración de pequeños estados. todo ello con un fin: que bajo el mismo poder estatal estuvieran agrupados hombres con una misma tradición, una misma lengua y una misma cultura.
La Revolución Francesa habían proclamado el derecho de los pueblos a determinarse a sí mismos: por esta razón, las mayorías populares lucharon por participar en las decisiones del Estado. Para que esa participación fuera posible, había que edificar un Estado nacional y democrático. El siglo XIX fue testigo del proceso que conducirá a las sociedades europeas, de las monarquías absolutas a las democracias constitucionales.
La existencia de un Estado implica necesariamente la delimitación fronteriza de un territorio sobre el cual se ejerce el poder y la soberanía nacional. A principios del siglo XIX, el panorama europeo muestra diversas formas de agrupación estatal: principados, reinos, ducados, monarquías imperiales o constitucionales, todos ellos en constantes guerras, modificando continuamente las líneas fronterizas.
El control del territorio es, pues, uno de los principales motivos de las luchas entre los gobernantes. Veamos algunos aspectos geográficos del continente europeo.
En general, Europa tiene características geográficas que posibilitaron el creciente desarrollo de
la civilización y la cultura en el siglo XIX. En casi todo el continente se suceden regularmente las estaciones y no hay desiertos ni zonas demasiado húmedas donde sea imposible la vida humana. El considerable aumento del comercio internacional se favoreció por los numerosos golfos y bahías, donde se construyeron puertos que estimularon la navegación y el intercambio comercial y cultural (ver mapa 1.1).
La situación de Europa con respecto a los demás continentes es privilegiada: Se encuentra prácticamente en el centro de las rutas comerciales entre América, África y Asia, ya que en el siglo pasado las comunicaciones intercontinentales se realizaban a través del océano Atlántico y del mar Mediterráneo (El canal de Suez se inauguró en 1869).
El relieve europeo presenta grandes llanuras bañadas por caudalosos ríos, aptas para la agricultura y para el establecimiento de vías de comunicación terrestre y fluvial.
Estas características influyeron considerablemente en el proceso de revolución agrícola y posibilitaron la construcción de extensas redes ferroviarias que comunicaban a los países entre sí y al mar con las zonas del interior (ver mapa 1.2).
A lo largo del siglo XIX el continente europeo cambió de aspecto. Todas esas transformaciones políticas, económicas y sociales ocurridas en Europa deben ser explicadas teniendo en cuenta factores como la distribución de la población y el aumento demográfico, la variedad de los recursos naturales y la diversidad de los territorios sobre los que se establecieron las nuevas naciones.
La existencia de un Estado implica necesariamente la delimitación fronteriza de un territorio sobre el cual se ejerce el poder y la soberanía nacional. A principios del siglo XIX, el panorama europeo muestra diversas formas de agrupación estatal: principados, reinos, ducados, monarquías imperiales o constitucionales, todos ellos en constantes guerras, modificando continuamente las líneas fronterizas.
El control del territorio es, pues, uno de los principales motivos de las luchas entre los gobernantes. Veamos algunos aspectos geográficos del continente europeo.
En general, Europa tiene características geográficas que posibilitaron el creciente desarrollo de
la civilización y la cultura en el siglo XIX. En casi todo el continente se suceden regularmente las estaciones y no hay desiertos ni zonas demasiado húmedas donde sea imposible la vida humana. El considerable aumento del comercio internacional se favoreció por los numerosos golfos y bahías, donde se construyeron puertos que estimularon la navegación y el intercambio comercial y cultural (ver mapa 1.1).
La situación de Europa con respecto a los demás continentes es privilegiada: Se encuentra prácticamente en el centro de las rutas comerciales entre América, África y Asia, ya que en el siglo pasado las comunicaciones intercontinentales se realizaban a través del océano Atlántico y del mar Mediterráneo (El canal de Suez se inauguró en 1869).
El relieve europeo presenta grandes llanuras bañadas por caudalosos ríos, aptas para la agricultura y para el establecimiento de vías de comunicación terrestre y fluvial.
Estas características influyeron considerablemente en el proceso de revolución agrícola y posibilitaron la construcción de extensas redes ferroviarias que comunicaban a los países entre sí y al mar con las zonas del interior (ver mapa 1.2).
A lo largo del siglo XIX el continente europeo cambió de aspecto. Todas esas transformaciones políticas, económicas y sociales ocurridas en Europa deben ser explicadas teniendo en cuenta factores como la distribución de la población y el aumento demográfico, la variedad de los recursos naturales y la diversidad de los territorios sobre los que se establecieron las nuevas naciones.
- El congreso de Viena y la repartición territorial.
- Inglaterra, la isla del progreso.
- Europa Atlántica y Central.
- La fría Europa del Norte.
- Rusia y Europa Oriental.
- Los países agrícolas del Mediterráneo.
- Las exóticas tierras de los Balcanes.
- Lectura: Clemente de Metternich - Winneburg.
Reyes, C.; Almario, O. y Ortiz L. J. (1994). HOMBRES, ESPACIO Y TIEMPO (2da ed.). Colombia: SUSAETA EDICIONES.
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