INGLATERRA: LA ISLA DEL PROGRESO

Además de los avances tecnológicos e industriales, la marcha de las sociedades está también condicionada por la capacidad humana de enfrentarse y adaptarse a las barreras impuestas por el medio ambiente físico y el paisaje natural.

En el siglo XIX se dedicaron muchos esfuerzos para dominar el mar y poder realizar viajes más rápidos y seguros por todo el planeta. Desde siglos atrás, los ingleses poseían una flota capaz de transportar hombres para la guerra y mercancías para el comercio exterior. Ya a finales del siglo XVIII Inglaterra había impuesto su supremacía marítima sobre los demás países.

El poder naval inglés se debió en parte a las características de su territorio, pues al estar separada del continente, Inglaterra siempre tuvo la necesidad de poseer su propia flota mercante y de mantener una larga tradición de marineros expertos.

Como la nación inglesa está rodeada por el mar, se construyeron importantes puertos como los de Londres y Liverpool, mediante los cuales se agilizaron las exportaciones y las importaciones con las colonias.

Otra ventaja geográfica de Inglaterra fue que pudo mantener compacto su territorio. Sin sufrir ningún tipo de invasión, tuvo una envidiable estabilidad política y económica durante todo el siglo.

Ninguna de las decisiones de Congreso de Viena afectó a Inglaterra. Por el contrario, resultó muy favorecida en la repartición, asegurando su predominio en el mar Caribe (las Antillas y Guayana), en el Mediterráneo (isla Jónicas y Malta), en el océano Indico (Ceilán), en África (las colonias del sur), y en el Pacífico asiático (el puerto de Hong Kong).

Los puertos ingleses de Liverpool y Londres fueron decisivos para el desarrollo del comercio de importación y exportación con las colonias durante el siglo XIX. Además se fueron constituyendo en centros de la más diversa actividad industrial.

El paisaje inglés caracteriza por las tierras bajas y fértiles. En la zona oriental de las isla abundan ríos de curso apacible que se extienden a lo largo de valles con poca pendiente. Los territorios ingleses no son muy accidentados; por esta razón se pudieron solucionar los problemas técnicos y geográficos que obstaculizaban la construcción de canales, realizada a finales del siglo XVIII (ver mapa 1.4). Los métodos utilizados en Inglaterra se comenzaron a aplicar sólo en 1830 en los grandes ríos de Europa Central, Rusia y América del Norte.

El aprovechamiento de los ríos y la utilización de vías navegadas internas fueron tan grandes en Inglaterra, que en 1850 poseía una admirable red de canales que permitían enlazar Londres (la capital, bañada por el río Támesis) con todas las grandes ciudades inglesas. 

El Reino Unido, conformado por Escocia, Irlanda e Inglaterra, goza de un clima oceánico, muy húmedo, con abundantes lluvias y sin inviernos muy rigurosos. La expansión de los terrenos cultivables ingleses se logró recuperando las tierras pantanosas y los paramos para convertirlas en tierras útiles y explotables. Estas características permitieron la intensificación de los cultivos (trigo y forrajes) y el aumento de las cabezas de ganado (ovejas). 


La industrialización de Inglaterra se debió en gran parte a las riquezas de su suelo, rico en carbón y hierro. Entre los centros carboníferos más importantes sobresalen Lancashire y Yorkshire. En 1854 la producción inglesa de carbón superaba los 64 millones de toneladas, mientras que Francia producía en el mismo año tan sólo 7 millones de toneladas.

El descubrimiento y explotación de gran número de yacimientos de hierro permitió satisfacer la creciente demanda de este mineral en campos como la industria ferroviaria, naviera y bélica. Las ciudades donde se localizan los más ricos yacimientos de hierro son Glasgow (Reino de Escocia), Nottingham y Derby (ver mapa 1.4).

 Reyes, C.; Almario, O. y Ortiz L. J. (1994). HOMBRES, ESPACIO Y TIEMPO (2da ed.). Colombia: SUSAETA EDICIONES.