Mientras los pueblos germánicos alcanzaban la unidad política y territorial, los llamados Estados Escandinavos se adaptaban tímidamente a las grandes transformaciones del continente. Suecia y Dinamarca sobresalieron en el siglo XIX por el aprovechamiento racional de los recursos naturales. Aunque Noruega comparte el territorio con Suecia, los suecos y los daneses era culturalmente más unidos. Dinamarca, a pesar de haber perdido en 1866 los ducados de Schleswing y Holstein, siguió perfeccionando los métodos utilizados en la agricultura y la ganadería, que son sus principales recursos.
Las minas suecas son muy ricas en cobalto, estaño y plata, y el hierro producido en Suecia era los más apreciados por su calidad. En 1832 se construyeron los canales de Trollhattan y Gotia, que comunicaban el mar Báltico con el mar del Norte abreviando el camino entre Rusia, Inglaterra y América. Sobre el golfo de Botina se construyeron varios puertos importantes para la comercialización de madera, pescado y productos agrícolas. En el siglo XIX, en toda la península
Escandinava reinaba una notable actividad pesquera en los mares, estrechos y litorales. La influencia liberal francesa ayudó a establecer en los países escandinavos gobiernos democráticos regidos por un rey (monarquías constitucionales) (ver mapa 1.6).
Reflexión
Un territorio pródigo en recursos naturales, más las herramientas modernas con una intencionalidad humana que se expresa política y culturalmente, produce maravillas: Desarrollo material, progreso. Sólo queda pendiente una interrogante: ¿Significa ello definitivamente el ascenso humano?.
Reyes, C.; Almario, O. y Ortiz L. J. (1994). HOMBRES, ESPACIO Y TIEMPO (2da ed.). Colombia: SUSAETA EDICIONES.
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