Todo proyecto debe evolucionar a través de niveles sucesivos de análisis, con el único objetivo de profundizar en la información e ir creando un árbol de decisiones que muestre los caminos razonables que llevan a la meta deseada. Para este fin, en la fase de preinversión es primordial cubrir una serie de acciones, que comienza con la identificación de la idea de proyecto, pasa por los estudios de prefactibilidad y factibilidad y termina con la decisión de invertir.
La fase de preinversión comprende varias etapas:
- Etapa 1-Identificación de oportunidades de inversión-estudios de oportunidad o estudios preliminares. La versión más simplificada de estos estudios son los perfiles de proyectos.
- Etapa 2-Selección y definición preliminares del proyecto-Estudios de prefactibilidad.
- Etapa 3-Formulación del proyecto-Estudios de factibilidad. Los estudios de apoyo o funcionales forman parte de esta etapa.
- Etapa 4. Evaluación final y decisión de invertir.
Los aspectos tratados en los estudios de oportunidad, prefactibilidad y factibilidad se pueden agrupar en cuatro categorías, según un esquema común válido en todos los casos, advirtiendo que la importancia que se asigne a uno u otro punto del esquema general variará según la naturaleza del proyecto o según las circunstancias locales. Estos aspectos son:
Aspectos comerciales
- Estudio del mercado
Aspectos técnicos
- Tamaño del proyecto
- Localización del proyecto
- Ingeniería del proyecto
- Organización para la realización del proyecto
- Programa para la ejecución del proyecto
Aspectos financieros
- Inversiones en el proyecto
- Costos de operación y de financiación
- Financiación del proyecto
- Proyecciones financieras del proyecto
- Evaluación financiera
Aspectos económicos, sociales y ambientales
- Evaluación económica y social
- Evaluación ambiental
La evaluación integral de un proyecto debe considerar lo comercial, lo técnico o funcional, lo legal, lo organizacional, lo financiero, lo económico, lo social y lo ambiental.
Con la evaluación comercial se busca medir la sensibilidad del mercado con respecto al bien o servicio proveniente de la nueva unidad de producción, al tiempo que se trata de determinar la aceptación que en dicho mercado tendrá el bien o servicio.
Con la evaluación técnica o funcional se busca definir la viabilidad de las distintas soluciones alternativas para producir el bien o prestar el servicio, manteniendo fijas las condiciones propias de la localización del proyecto. Muchos proyectos requieren un examen de viabilidad técnica o funcional antes de iniciar el estudio de los demás aspectos propios de los proyectos.
Con la evaluación legal se busca identificar las limitaciones de carácter legal que pueden afectar la viabilidad general del proyecto, relacionadas con estructura tributaria, códigos de urbanismo, publicidad, utilización del bien o servicio, etc.
Con la evaluación organizacional se pretende determinar la capacidad administrativa disponible para llevar a cabo el proyecto, tanto en lo estructural como en lo funcional.
Con la evaluación financiera se busca definir la bondad del proyecto, expresada a través de indicadores monetarios. Generalmente, lo que se trata de medir es la rentabilidad del proyecto y la cuantía total de las utilidades que los inversionistas esperan del mismo.
Con la evaluación económica y social se busca medir la contribución potencial del proyecto al desarrollo de la comunidad y en forma especial el impacto que tendrá sobre los sectores de bajos ingresos.
Con la evaluación ambiental se busca asegurar que el proyecto no traerá consigo impactos negativos sobre el medio ambiente, tales como contaminación del aire contaminación de corrientes de agua naturales, ruido, destrucción del paisaje, separación de comunidades que operan como unidades, etc.
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