La primitiva civilización griega, anterior a la entrada de los helenos en la península, fue la Egea que floreció especialmente en la isla de Creta (hacia el año 3000 a.d.c), que fue asimilada por la ciudad de Micenas (en la costa del Peloponeso).
La cultura egea produjo hermosas cerámicas decoradas con motivos comerciales y guerreros, estatuas y palacios como el de Cnosos, ciudad cretense.
Los Helanos. Varios grupos de la raza indoeuropea, procedentes del Cáucaso, llegaron a Grecia: los aqueos (entre los años 1400 a 1200 a. de C.), los eolios, los jonios y los dorios. Los primeros se instalaron en Micenas e invadieron a Creta. Los eolios, en el norte de Grecia. Los jonios, en el Atica. Los dorios, en el sur de Tesalia, en la Dórida. Todos esos pueblos recibieron el nombre común de HELENOS.
Guerra de Troya. En el Asia Menor se levantaba la ciudad de Ilión o Troya. Cuando París, hijo de Príamo el rey de Troya, raptó a Helena, mujer de Menelao, rey de Esparta, los jefes de Grecia, entre ellos Aquiles, Ulises, se unieron para vengar la afrenta, dirigidos por Agamenón, sitiaron a Troya y al cabo de 10 años la tomaron y destruyeron (S. XII a. de C.).
El relato que hizo Homero de esta guerra algunos siglos después, en sus poemas épicos la Ilíada y la Odisea, es un tanto fantástico, pues hizo aparecer a los dioses tomando participación en los combates.
La colonización helénica. Cuando los dorios, establecidos en la Dórida, invadieron otras regiones de Grecia (hacia el siglo XI a. de C.), los pueblos invadidos emigraron al Asia Menor, a las islas del Egeo y el Jónico y al sur de Italia. Los mismo dorios, ante el feliz resultado de las migraciones, hicieron lo propio y la ola colonizadora fue tal que hacia el siglo VII había 250 colonias griegas en el mundo mediterráneo.
Muy benéfica fue la colonización para Grecia. Ensanchó su vida económica, dispuso de más tierras para el trabajo y pudo incrementar su industria y su comercio.
Las ciudades-estados. No constituía Grecia un Estado unificado. Cada ciudad era un Estado independiente, con sus leyes, moneda y religión propias.
Sin embargo, las ciudades-estados tuvieron ciertos vínculos de unión: el orgullo común de pertenecer a la raza helénica, de hablar un mismo idioma y de tener, en mucha parte, dioses y cultos idénticos. Para mantener la unión, por encima de la disparidad política, instituyeron los juegos nacionales, entre ellos los Olímpicos y algunas fiestas religiosas comunes, v. gr. las Dionisíacas.
Las ciudades-estados más representativas de Grecia fueron Esparta y Atenas.
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